Génesis del activismo cannábico en el País Vasco
Al principio éramos 30 o 40 socios activistas que llegamos a conseguir, en unos pocos meses, el apoyo de personalidades del mundo de la cultura e incluso de la política”. – DAVID MERINO
Y para comenzar su andadura, Kalamudia ha elegido entrar a saco contra la ambigüedad y el vacío legal de las leyes sobre sustancias psicoactivas, incorporándose desde su nacimiento a la campaña “Contra la Prohibición, Me Planto”. – Revista Cáñamo nº 1 Julio – Agosto 1997.
La campaña “ME PLANTO” buscaba abrir una brecha en las leyes para empezar a cambiar las cosas poco a poco. Despenalizar la autoproducción fue una acción con un componente de desobediencia civil muy interesante. La plantación permitía incorporar a gente conocida y era una acción lo bastante espectacular como para atraer la atención de los medios de comunicación y fomentar el debate en la sociedad.
La cultura cannábica en España 1991-2007 Tesis Doctoral de Isidro Marín
Kalamudia en la primera plantación de primavera 1997 con 180 cultivadores anunció públicamente la siembra de un campo de marihuana de 1500 m2 en Vizcaya, la asociación Kalamudia se enfrentó con una denuncia por un presunto delito contra la salud pública, pero el juzgado de Instrucción número 7 de Bilbao archivó la causa y posteriormente rechazó la petición del fiscal de destruir la plantación. En septiembre de 1997 se recoge la cosecha. El juez dictaminó que no existía delito alguno y la fiscal antidroga no recurrió.
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DAVID MERINO: “ La asociación Kalamudia parte de la plataforma Bizitzeko que era por la legalización de todas las drogas, luego, cuando se ve que el cannabis es una droga con una situación diferente y más apoyo social, se forma la propia Kalamudia. Allí estuvimos trabajando en muchas todo tipo de actividades como copas o charlas. Fue entonces cuando empezamos con los cultivos colectivos y a autoinculparnos todos que es la base de los actuales clubs.” – declarado en : Soft Secrets nº 6 de 2012
“En la década de los 90 en Euskadi no era común encontrar gente que consumiese flores de cannabis, ya que el acceso a semillas no se había extendido, aún no existían los growshops ni tampoco una cultura amplia. Algunos cultivadores empezaron a viajar a Holanda, atraídos por los coffeshops, y muchos de ellos volvían a Euskadi con semillas de bancos holandeses. De aquellas semillas de antiguos cultivadores hicieron crecer y propagar variedades y clones que posteriormente fueron utilizados por miles de consumidores vascos, que apostaron por consumir un producto de calidad cultivando y curando las flores que más tarde consumirían, con la gran ventaja de no tener que acceder a redes ilícitas. Esta nueva situación generó, entre otras cosas, una cultura del consumo de cannabis de calidad, en la que aparecieron las primeras comunidades de cultivadores y las primeras reuniones de catas de cannabis en espacios privados. Este proceso fue el caldo de cultivo que impulsó a cultivadores experimentados a abrir las primeras tiendas growshops, siendo una referencia ineludible de este tipo de tiendas Kalamundua en Bizkaia. Estas se convirtieron en verdaderos templos de sabiduría del cannabis underground”.
IKER VAL (Las sendas de la regulación del cannabis en España edicions Bellaterra).